La imaginación al poder. Hay muchas facilidades tecnológicas para pensar en un futuro albergado por las máquinas, pero si no despertamos a la galaxia del cerebro, seremos como ovejas que nos pastorean. Gordon habla de las ovejas eléctricas, que son otras, en El inconcebible universo (Sexto Piso).
Ciudad de México, 24 de diciembre (SinEmbargo).- El conductor, presentador y escritor José “Pepe” Gordon tiene un programa de ciencia en la televisión, algo totalmente impensado y a la vez grato en la pantalla chica.
“Los científicos aprecian el nivel de ciencia que hay expresado allí, pero también se abren a la literatura”, dice el Premio Nacional de Periodismo 2003 en divulgación científica y cultural.
Desde 2007, Gordon conduce y dirige La oveja eléctrica, sorprendente programa de ciencia y pensamiento que transmite Canal 22 y es creador y escritor de la serie Imaginantes (Fundación Cultural Televisa), ganadora en el New York Film Festival.
Ahora presenta su reciente libro El inconcebible universo (Sexto Piso), donde como en un viejo sueño de unidad, Pepe Gordon cruza los cerebros de Albert Einstein, Edward Witten y Stephen Hawking; también los de Walt Whitman, Jorge Luis Borges y Octavio Paz.
En este fascinante ensayo, el autor nos interna en el ejercicio de imaginación que realizan ciencia y literatura, con sus respectivos instrumentos, para tratar de sondear un universo que desafía todas nuestras nociones.
Con información de primera mano de científicos de vanguardia como el premio Nobel de Física George Smoot o como Roger Penrose y Leonard Susskind, nos encontraremos con los mapas más audaces de nuestro tiempo que intentan abrir nuevas ventanas de la naturaleza.
Estas indagaciones tiene además las exploraciones de narradores como Isaac Bashevis Singer, Amos Oz y Fernando del Paso, que también rondan el sueño de un nivel de la existencia que rebasa las fronteras del espacio y del tiempo: ¡el Aleph de Borges a la vista!
–¿Tú dónde te sitúas, Pepe?
–Yo soy narrador, soy escritor, pero planteando que la ciencia es también una narración del mundo y entonces cuando nos abrimos a lo que plantean los hallazgos de la ciencia hay una emoción estética profunda, porque es descubrir zonas que son invisibles y que sin embargo, por el poder de las matemáticas y de la inteligencia y de la creatividad, logramos explorar. Una pequeña mota en el espacio nos permite explorar nuestro mismo origen hace 13 mil ochocientos millones de años en lo que se conoce como el big bang. ¿De qué tamaño es la imaginación científica como para ir más allá de los instrumentos de nuestro cuerpo, más allá de los instrumentos tecnológicos primarios para verdaderamente sondear algo que ya no está al alcance de nuestra vista? ¿Cómo le hemos tenido que hacer para irnos acercando a los rincones del espacio tiempo que surgieron en el inicio del universo? La verdad es una imaginación tan maravillosa que estar en contacto con ella despierta la capacidad de asombro. Como nunca eso es lo que necesitamos hoy en día: asombro.
–¿Cómo hacer para que los jóvenes se acerquen a la ciencia?
–Descubriendo que es apasionante. Que una revelación es pasión, el develar un mundo, saber qué es lo que está atrás de bambalinas, todo queremos explorar. La ciencia y la literatura nos permite leernos de una manera más profunda. Tanto literatura como ciencia tienen sismógrafos que permiten revelarnos zonas más finas de la naturaleza. En la literatura podemos apreciar lo que está detrás de las palabras, para empezar a entender lo que vivimos en nuestras relaciones, más allá de las mentiras con que intentan ocultarnos lo que verdaderamente sentimos. Un poeta que se llama Natham dice algo precioso: “Lo que hace la poesía, si es el canto de los cuerpos, de lo que la gente piensa, lo que la gente desea y de lo que piensa que desea”. En ese piensa que desea está el drama, tú piensas que deseas esto, pero en realidad deseas lo otro; la literatura, el buen cine, nos revela las capas más finas, arqueológicas, de nuestros sentimientos, de lo que verdaderamente somos. En términos de ciencia eso mismo ocurre. Sin embargo además nos abre posibilidades que son interesantísimos, por ejemplo, el sueño de que todo está unificado, como planteo en mi libro. Es el sueño que ha ido transcurriendo en la ciencia con Stephen Hawking, con la “teoría del todo”, o “la teoría de cuerdas”, que nos trata de explicar hoy que toda la diversidad que nosotros apreciamos surge de una sola cuerda que vibra de distintas maneras y que nos da esta sinfonía del cosmos y que luego apreciamos con toda la fuerza de la naturaleza que conocemos. La ciencia ha ido avanzando en este territorio y en este libro lo que estoy investigando son los pensamientos de vanguardia que se han ido dando en las mentes más brillantes, tanto mexicanos como internacionales. Esas mentes nos hablan de una correlación muy extraña, que se está descubriendo en el fondo de la naturaleza.
–¿Un ejemplo?
–Hay un fenómeno que se conoce como el entrelazamiento cuántico, que cuando dos partículas subatómicas han actuado entre sí, cuando una tiene un giro para arriba, la otra responde con un giro para abajo y viceversa. Pero si la separas a miles de kilómetros de distancia, a una la pones en China y la otra en México, cuando la de China va para arriba, la de México va para abajo y viceversa. Le llaman también “entrañamiento cuántico” porque es una realidad entrañable. Esto sin embargo rompe todas las formas en la que pensábamos que podíamos estar comunicados. Esta idea de que puede darse esta comunicación instantánea, incluso a Albert Einstein le resultaba algo en lo que no podía creer. Esta es una acción fantasmagórica a distancia, no puede existir, decía el científico. Él hablaba de que las consecuencias de la teoría cuántica iba a ser hablar de este prototipo de fenómenos y al mismo tiempo lo refutaba al plantearlo. Lo interesante es que en 1982, un físico que se llama Eduardo Generelo Lanaspa, descubrió que realmente ocurre el fenómeno y entonces se me ocurrió que en México tenemos una canción para describirlo: “Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esta razón”. Esa imaginación que está presente en ciencia y literatura debería estar presente en nuestra vida.
–¿Qué va a ser de la humanidad en el futuro?
–Es muy interesante, hay muchos libros al respecto. Hay uno interesantísimo de Yuval Noah Harari que se llama De animales a dioses. Casi todos los que han reflexionado sobre el ser humano han descubierto algo importantísimo, son maravillosas las oportunidades que se están abriendo para las personas, pero si no hacemos una pausa, un poquito de silencio interno, para pensar que es lo que deseamos, podríamos terminar en un problema muy grave, porque nos va a llevar la vorágine de la información o como decía Carlos Monsiváis, ya no entiendo lo que está pasando o no está pasando lo que estaba yo entendiendo. Esa vorágine de información no te da el control de lo que realmente deseas. Creo que como nunca hay que descubrir las fronteras del cerebro.
–El cerebro tiene tantos misterios
–Te voy a dar una imagen emocionante. Cuando hablamos de galaxias, hay galaxias sobre las que tenemos 100 mil millones de estrellas, cuando hablamos del cerebro nos dicen que tenemos 100 mil millones de neuronas, eso quiere decir que tenemos una especie de galaxia en el cerebro pero no la estamos usando en todas sus posibilidades y en todo su potencial. Si nos imaginamos en un futuro tenemos que imaginar la creatividad que se despierta al utilizar este cerebro con su máximo potencial, tanto en arte como en ciencia.